¿De dónde surgen las disputas, contiendas y problemas entre creyentes?
Según Dios, se originan en las concupiscencias dentro de nuestros miembros.
Santiago 4 — Biblia Reina Valera Gómez
Stg 4:1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros?
Stg 4:2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y guerreáis, y no tenéis porque no pedís.
Stg 4:3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
(Explicación: para que lo gastéis en vuestros placeres.)
Parece que el punto de origen en nuestras vidas que causa guerras y luchas entre nosotros y otros es el egoísmo:
“Yo quiero.” “Yo siento.” “Yo pienso que deberíamos.” “Yo deseo.” “Yo no quiero.” “Yo…”
Estudio de Palabras y Significado
concupiscencias (ἡδονῶν / hēdonōn):
“Placeres,” “deleites,” “gozos sensuales,” o “satisfacciones.”
Esta palabra se refiere a la búsqueda del placer físico o sensual, a menudo en contraste con la restricción espiritual o moral.
combaten en vuestros miembros (στρατευομένων / strateuomenōn):
“Hacer guerra,” “emprender una campaña,” “librar una batalla.”
Figurativamente, describe el conflicto interno entre la vida espiritual y el apetito carnal — las pasiones personificadas como combatientes que luchan por controlar al creyente. Según las Escrituras, cuando no obtenemos lo que queremos — cuando nuestras pasiones exigen ser satisfechas — comenzamos una campaña de guerra contra otros en nuestro trato con ellos.
para gastar en vuestros deleites (δαπανάω / dapanáō):
“Gastar,” “consumir,” “usar,” o “desperdiciar.”
Aquí se refiere a gastar o usar recursos (dinero, tiempo o esfuerzo) de manera egoísta — usando bendiciones o peticiones de Dios para la gratificación personal en lugar de para Su gloria.
El Diagnóstico Espiritual
Mientras estudiaba estas palabras, recordé nuevamente Gálatas 5:17 (RVG):
“Porque la carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no podáis hacer lo que quisiereis.”
Esta tensión constante entre la carne y el Espíritu revela que los creyentes pueden comenzar a luchar entre sí cuando sus oraciones no son contestadas y sus deseos egoístas no se cumplen.
¡Qué miserables podemos llegar a ser cuando resistimos el poder y la corrección del Espíritu Santo dentro de nuestros corazones!
Dios lo deja claro: la causa número uno de los problemas, conflictos, envidia, contiendas, murmuraciones y peleas entre creyentes proviene de las pasiones insatisfechas dentro del individuo.
Esta verdad se aplica a:
• Matrimonios
• Miembros y líderes de iglesia
• Hijos y padres
Cuando fallamos en rendir, someter y entregar nuestros deseos a Cristo mediante la oración, comenzamos a tratar a otros con las mismas actitudes descritas en Santiago 4.
Dios identifica estos deseos como 100% egoístas, egocéntricos y complacientes — perseguidos solo para la satisfacción personal. Y al final, revela que estos deseos son, en última instancia, una pérdida de tiempo.
¡Cuán a menudo deseamos cosas que consumen nuestros talentos, energía, dinero o tiempo — solo para descubrir que nos alejan de la voluntad de Dios!
Cuando confiamos en nuestro propio entendimiento y nos negamos a reconocerle en todos nuestros caminos, nos apartamos de Su amor y paz. Podemos llegar al punto en que ya no nos importa lo que cueste obtener esos deseos — incluso si hiere a otros — solo para aprender que todo fue vanidad ante los ojos de Dios.
La Solución: El Amor
Entonces, ¿cuál es la solución para prevenir guerras, peleas y contiendas entre creyentes?
El amor.
Cuando regresamos al pensamiento sobrio después de momentos de ira o de orgullo — cuando recordamos que solo Dios es nuestra fuente de paz, satisfacción y bendición — solo entonces podemos rendir esos deseos a Cristo mediante la oración.
Su Espíritu puede guiar nuestros próximos pasos y permitirnos permanecer en amor hacia quienes nos rodean.
Cuando recordamos a nuestra vieja naturaleza que Dios es suficiente para nuestra satisfacción, metas y necesidades, podemos ganar las batallas diarias que arden dentro de nosotros.
Recuerda lo que Dios le dijo a Abraham hace mucho tiempo: ¡Él es la recompensa de la vida!
Génesis 15:1 (RVG):
“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y soy tu galardón sobremanera grande.”
La Prevención
2 Corintios 10:5 (RVG):
“derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y trayendo cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo;”
La Solución Mandada
Santiago 2:8 (RVG):
“Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis;”
Exhortación Final
Así que, querido amigo cristiano, no debemos pelear unos con otros cuando no conseguimos lo que queremos. En cambio, debemos pelear la buena batalla de la fe, resistiendo el engaño del pecado, la influencia del diablo y todo lo que busque robar nuestros corazones del amor de Dios y de nuestro amor por el prójimo.
Con amor, Hermano Carlos ✝️
